domingo, 29 de agosto de 2010

Torres de agua, grandes naves, grúas y construcciones ferroviarias conforman el imaginario de Barracas. La intervención en el edificio se manifiesta por medio de formas apropiadas del paisaje urbano circundante. Las torres de instalaciones, los volúmenes, y las calles interiores se transforman en elementos plásticos y simbólicos que modelan el espacio.
Este edificio solo puede pertenecer a este lugar.
Para lograr esto se potenció la estructuración espacial existente.

Esta consiste en un cuerpo perimetral de dos niveles con plantas en forma de ‘U’ rodeando un espacio central techado, conformado por naves paralelas. Una calle interior corta a estas últimas en sentido perpendicular.
Se determinan espacios de distintas jerarquías y escalas: la calle principal, las naves mayores y las bahías menores.
El criterio general de distribución del programa reconoce dos tipos de espacio: el borde y el centro. El primero resulta más apropiado para un programa de unidades repetitivas en la cual la estructura espacial y el programa son afines. El centro, en cambio, adquiere el carácter de espacio común, incorporando los programas de uso público.
Las incubadoras -oficinas y espacios de trabajos donde se desarrollan empresas en sus primeros años-, se ubican en el borde existente, mientras que en el interior se disponen los programas administrativos, educativos, de exposición, auditorio y biblioteca, todos de carácter predominantemente colectivo. Se agrega un nuevo pabellón que completa la manzana.
La calle interior es el espacio de mayor longitud y altura en el cual se proponen usos flexibles y dinámicos. Es un espacio diáfano y fluido, verdadero corazón social del edificio.
En las naves se disponen los programas contenidos en piezas cerradas y compactas, denominadas ‘barcos’. Su forma está determinada por la extrusión de una sección, produciéndose una fuerte relación entre el espacio contenedor y la forma contenida. La sistematización de los detalles generales y la resolución de las particularidades posibilitó la adaptación de un tipo básico (un corte tipo) para adaptarse a las variaciones de programa. Los mismos son una familia de mega objetos de similar tamaño sobre los cuales se realizan distintas operaciones, manteniendo intacto el carácter e intentando ser reconocidos como parte de un todo. Se utilizan piezas estándar: todos los perfiles, paneles, vidrios y herrajes son ‘de catálogo’.
Estos barcos se ubican a ambos lados de la calle principal. Sus frentes de 17 metros de ancho conforman un perfil de ‘barcos amarrados’, haciendo referencia al doble lote de 8,66.
Para realizar el auditorio se asumió su necesidad de salvar una gran luz sin apoyos y su particular carga funcional/simbólica, creando una pieza única dentro del conjunto, relacionada con el resto por sus materiales y escala.
Las bahías menores sirven a las naves mayores como fuentes de iluminación indirecta, circulación y climatización. En ellas se disponen torres de servicio en las que se ubican tanques de agua, reserva de incendio, y equipos de aire acondicionado.
Las naves que dan a la calle San Ricardo se cortan en tímpanos diagonales. En este borde se ubican ajustes que absorben la irregularidad de la parcela con programas de servicio y abastecimiento.

Esta “Ciudad Máquina Productiva” intenta mantener la esencia histórica del sur de la ciudad, lo rústico y lo brutal han sido incorporados al paisaje urbano interior